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Foto Artistica

Ángeles Paganos

En la historia del arte occidental, no ha sido sino recientemente que el arte sacro perdió su sitio como una forma estética de validez universal. La sociedad, en al menos los dos siglos pasados, se ha desmarcado lentamente de la religiosidad para entregarse por completo al pensamiento científico, positivista y a una nueva fe cimentada en el progreso y en la tecnología como vías únicas para mejorar la situación de la raza humana sobre la tierra. Es así que se vive, en el arte, una especie de paganismo a ultranza, de duda razonable, de incredulidad, que ha despojado a la creación humana de todo elemento místico.
Curiosamente, la larga cauda de arte sagrado creado a partir de las tres religiones de raíz hebrea: el judaísmo, el cristianismo y el Islam, forma parte sustancial de la historia de esta sociedad occidentalizada, incrédula y tecnologizada. Los ángeles, las vírgenes y los infantes divinos, los profetas, las plagas, el ojo omnisciente de dios, los milagros, la lucha del mal contra el bien, forman parte de la cultura en la que vivimos todos los días, aunque buena parte de nuestras sociedades renieguen de esa misma herencia religiosa. Sin abrazar necesariamente esa fe, nos hemos formado en ella y aún hoy en día, estos pensamientos atávicos nos conforman.
Ahí se encuentra la raíz de esta serie sobre criaturas aladas que se enfrentan. Empleando las herramientas más contemporáneas al alcance de la fotografía digital, se han ido creando estas imágenes –formadas todas de decenas de fotografías reales– que representan una suerte de guerra arquetípica, de batallas míticas entre el bien y el mal, contrapunteados con momentos contemplativos, de paz, en un mundo primigenio. Podría hablarse de ángeles, cierto, pero en todo caso, en el tenor del poeta Rilke en sus elegías duinesas, serían en todo caso una suerte de ángeles no cristianos, más cercanos a las criaturas que el judaísmo relata, fruto de un dios celoso, vengativo  y rabioso; familiarizados con los viejos daimones griegos –cuya religión, al formar parte del patrimonio cultural y no de la fe occidental, reposa en la cómoda forma de la mitología, alejada de la repisa religiosa–, en posturas dramáticas, matando e hiriendo, sufriendo y retando, conviviendo con el profundo misterio de las fuerzas de la naturaleza, todavía desconocidas para el hombre contemporáneo, pese a la acumulación del pensamiento científico.
Podría hablarse, cierto, de retablos religiosos, de una reinterpretación contemporánea de la estética de ciertas religiones que aún hoy en día entregan ilustraciones de episodios de su doctrina –tiendo a recordar los cromos mormones o de la dianética–, pero en realidad se trata de una recreación de diversos mitos originarios, de una mezcla de arquetipos. De procurar, mediante la imagen, la puesta en escena de una serie de creencias que no existen. Es decir, de complejas imágenes de arte sacro confeccionadas en pleno siglo XXI, para un corpus de relatos míticos que no existe, que se encuentra aún por escribirse. De un universo místico sin un dios, ángeles, ni otras potestades ante las cuales acudir. Es decir, una imaginería religiosa para un credo que no existe.
Contemporáneo, sí, pero arcaico. Sin referentes ni fe tangible, si algo así puede darse. (Fotos: R Montero P./ Texto: Sergio Raúl López)











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